Anoche escuché a Rajoy, el Presidente, hablar de España, de ella, en tercera persona. Yo creí que España era de él mismo, de todos, de nosotros. Es decir, me pareció un hecho irrevocable y trascendente que nuestro Presidente, lo queramos o no, hable de España en tercera persona en vez de hacerlo en primera del plural: nuestra. Algo está cambiando en el poder central, ¿será una forma de quitarse responsabilidades?. Ella parece sea la culpable de la situación,ella es la que tiene que salir adelante. Por eso hoy irá a entregar al deán de la catedral de Santiago el códice Calixtino. "Es que es gallego", escuché; "ella no es mía, el códice sí" pensará Rajoy; digo, un desbarajuste que pasará factura. ¿Qué hace perdiendo el tiempo en Santiago en vez de dedicar las veinticuatro horas del día en arreglar los problemas de España?. ¡Ah!, para un momento, es que, como las reformas no arreglan nada, ni lo van a arreglar, lo mejor será encomendarse al santo Patrón a ver si intercede por nosotros (así sí, en primera persona) ya que, con la devolución del códice lo mismo nos echa un cable; una soga al cuello es lo que nos va a facilitar, igualito que la Merkel, que al final como todo, ya sea el santo Patrón, la teutona o el BCE, a expensas de que mi agnosticismo quede por los suelos: "Dios los cría y ellos se juntan" y de paso nos joroban, ¿a quién? a nosotros, a ellos (los políticos) no, a nosotros y a ella, España, que somos todos.
por Francisco Roldán
por Francisco Roldán
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