4.-La radio. Durante el primer cuarto de este siglo la radio conmemorará en muchos países occidentales sus primeros cien años de una existencia ajetreada e intensa, marcada por los avatares de un mundo que escribió las peores escenas bélicas de su historia, que vio nacer la televisión, el vídeo y que, entre otras cosas, entró en esa galaxia inmaterial que Internet ha ido tejiendo y liderando en los últimos tiempos. A lo largo de esta centuria, la radio ha vivido momentos de gloria pero también ha soportado épocas de oscurantismo político, de receso tecnológico y, lo que es más importante, las amenazas de una cultura de la imagen cada vez más arraigada e imperante.
Pero con independencia de lo pasado y de lo que está por venir, la radio sigue manteniendo, en sentido estricto, la misma especificidad que otrora, pese al paso del tiempo, la consagró como arma política, agitadora de masas y controladora de conciencias; aunque las formas de acceso, participación y transmisión de los contenidos políticos hayan evolucionado significativamente en los países democráticos.
En relación con esa especificidad a la que acabamos de aludir, resulta curioso observar, por ejemplo, cómo algunas de las capacidades que todavía se le confieren a los mensajes radiofónicos –persuasivos, sugestivos, emocionantes-, son aspectos esenciales de la denominada propaganda política o, lo que es lo mismo, la “acción sistemática reiterada, ejercida por medios orales, escritos o icónicos, sobre la opinión pública, con una finalidad persuasiva, principalmente mediante la sugestión y técnicas psicológicas similares, para imbuir una ideología/doctrina o incitar a la acción mediante la canalización de actitudes y opiniones, al presentarse la realidad tergiversada, seleccionada e interpretada con un reduccionismo valorativo y una carga emocional. La propaganda se mueve en una estructura sociocultural determinada, sin la cual no pueden comprenderse sus repercusiones psicológicas y culturales”. (Rodero, E., 2000)
Por tanto, aún viendo reducida su importancia en campaña respecto a otros momentos históricos, mantiene su vigencia actual para cumplir determinados e interesantes objetivos. La radio es un medio de gran penetración y además barato que permite la difusión de mensajes simples y repetitivos; además de dirigirse a audiencias seleccionadas a través de emisoras especializadas. Aquí el lenguaje verbal juega el papel más importante por cuanto el oyente se forma la imagen de nuestro candidato/a a través de él. Es también el medio idóneo para popularizar la sintonía de la campaña.
No se nos olvide que los mensajes en la radio son orales, por lo que hay que vocalizar bien y preparar las intervenciones a conciencia; es beneficioso olvidarse que al otro lado pueden haber cientos o miles de oyentes y recrearse en las entrevistas con un lenguaje sencillo y accesible a todos; palabras y un argot excesivamente técnico pueden llevar fácilmente a que los oyentes no entiendan el mensaje.
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